CUANDO LOS HOSPITALES DEJARON DE MIRAR POR NUESTRA SALUD
Hoy os queremos hablar de un tema que nos preocupa bastante, más si cabe desde que el peque de una de nuestras compañeras de Nutricoles estuvo ingresado en un hospital público de Madrid, concretamente en el Hospital Universitario Materno Infantil de La Paz, las pasadas Navidades y pudimos vivir el problema en primera persona una vez más: el mensaje lanzado desde las administraciones públicas y sobre todo desde la sanidad, a las familias, en cuanto a alimentación se refiere.
El papel de la alimentación en la salud está más que demostrado, una buena alimentación desde la niñez (basada principalmente en vegetales y frutas, legumbres, frutos secos crudos o tostados, cereales integrales, pescados, carnes magras…) se relaciona con un menor índice de enfermedades crónicas no transmisibles en la edad adulta, así como el consumo habitual de productos altos en azúcar, harinas refinadas, grasas refinadas y/o hidrogenadas… está relacionado con mayores tasas de obesidad y enfermedades crónicas no transmisibles (ENT) durante la vida adulta. De hecho, “enfermedades de adultos” como la diabetes tipo 2, ya se empiezan a ver en niños.

Los datos son alarmantes, por primera vez la esperanza de vida de los niños es menor a la de sus padres, y todo debido al cambio en la alimentación. Nunca antes los ultraprocesados habían desplazado a la comida como lo hacen ahora.
Pues bien, el pasado mes de diciembre los niños hospitalizados recibieron la visita de… nada más y nada menos que… ¡Ronald McDonald! (y de la persona encargada de dicho restaurante, situado a pocos metros del hospital). El payaso de McDonal´s, una de las mayores cadenas de restaurantes de comida rápida del mundo, que basa su oferta en hamburguesas, patatas fritas, Nuggets, helados y refrescos… ¡visitando a los niños de hospitales de la Comunidad de Madrid!
La finalidad de esta visita era entretener a los niños con trucos de magia y finalmente les regalaron una cajita de su famoso menú infantil (sin comida) con el juguete dentro. Claramente, un reclamo para que, en el momento del alta hospitalaria, las familias lleven a los peques a comer a su establecimiento.
Cabe recordar que, para obtener beneficios para la salud, un niño debería de consumir como máximo una cantidad de 10g de azúcar añadido sumados a la edad que tenga, es decir, un niño de 4 años: 10 + 4 = 14 g de azúcar añadido al día. Sin olvidar que si ese consumo de azucares añadidos es 0, mucho mejor.
Bien, pues el refresco que menos azúcar tiene son aproximadamente 26 g en 330 ml (un vaso de tamaño normal son 200 ml, haced cálculos) y no, las versiones sin azúcar no mejoran nada nutricionalmente hablando ni tampoco en términos de salud. Si a ese refresco le sumamos el azúcar añadido presente en el pan que usan en esas hamburguesas, más el azúcar añadido de las salsas, más el del postre…
¿Os hacéis una idea de las cantidades que está ingiriendo nuestro peque en una sola comida, que no a lo largo del día? Y todo esto con el agravante de que en este caso se está promocionando desde la sanidad pública y que este menú se lo comería al recibir el alta hospitalaria, según el ámbito en el que se ha producido esta “anécdota”.
En muchos países desarrollados la sorpresa que acompaña a los productos infantiles está prohibida, no se pueden usar los juguetes como reclamo para que los niños consuman determinados productos. Sin embargo, en España, no solo se permite, sino que pueden entrar en el ámbito sanitario y acceder a la población más vulnerable. Un claro ejemplo del cambio legislativo que se necesita, al que podríamos sumar muchos más.
Es cuanto menos paradójico que en los lugares en donde cuidan de nuestra salud y de la de nuestros peques, permitan la publicidad de lugares donde ofertan el tipo de productos que están provocando las mayores tasas de obesidad y enfermedades crónicas de la historia y cuyo consumo están normalizados en la sociedad hasta el punto de que el “raro” es el que no los consume.
Lo que se ha hecho en este hospital en concreto no es más que normalizar e incentivar el consumo de este tipo de productos, posicionándolos como algo positivo para los niños y para algunos padres que por desgracia no están suficientemente informados (que es lo normal, ya que los órganos encargados de informar a la población, como veis, en su mayoría no lo hacen, o lo hacen de forma errónea).
Y vosotros, ¿Os habéis encontrado en alguna situación similar? ¿Qué opináis al respecto?