Consecuencias de obligar a comer a los niños
¿En cuántas ocasiones hemos escuchado comentarios como: “quiero ver el plato vacío o no saldrás a jugar”, “si no comes no crecerás”, “cómetelo o esta tarde no hay helado”? ¿Te has preguntado alguna vez si es correcto obligar a comer a tus hijos? Chantajes, enfados, rabietas… y así día tras día. Pero estas frases tienen más importancia de la que creemos. Hoy quiero hablaros de las consecuencias de obligar a comer a los niños y niñas.
Y al final, tanto padres como hijos, acaban teniéndole pánico al momento de la comida. Se olvidan completamente de que el apetito de los niños es errático, es decir, comen en función de lo que necesitan para crecer. Por lo que observa la alimentación global de tu hijo/a, y si un día te dice que no tiene más hambre escúchale, porque muy probablemente lleve razón.
Obligar a un niño/a que coma algo o que se deje todos los días el plato vacío tiene muchas consecuencias que detallaremos a continuación. Y ojo, porque esto también aplica a los comedores escolares, no basta con ofrecer menús escolares saludables, también deben respetar sus señales de saciedad, y no obligarles a comer cuando digan que ya no quieren más. Estas son las consecuencias de obligar a los niños y niñas a comer:
1. Rechazo y aversión por el alimento e incluso por la comida en general.
Una de las más importantes consecuencias de obligar a comer durante la infancia es que cuando aumentamos un tipo de aversión llamado neofobia alimentaria, por lo que la consecuencia directa será el rechazo de ciertos alimentos.
2. Mal ambiente en la mesa: rabietas, enfados, discusiones…
El acto de la comida pasará de ser un momento de placer y disfrute a un conflicto y una lucha constante (llantos, rabietas, enfados, voces…) entre lo que los padres consideran que su hijo/a tiene que comer y lo que el niño verdaderamente acepta a comer.
3. Mayor dependencia y dificultad en la toma de decisiones
Desde muy pequeños se acostumbran que los adultos decidan en cada momento qué es lo que necesita. Cuando sea más mayor y tenga que comenzar a tomar otras decisiones (qué asignatura elegir, dónde le gustaría estudiar, la carrera que quiere estudiar, comprarse una casa…), le va a resultar muy complicado hacerlo por sí solo. De esta forma, siempre tendrá que acabar pidiendo la aprobación de otras personas.
4. Alteración de las señales de hambre-saciedad.
Cada vez que le insistimos a que sigan comiendo un poquito más, es muy posible que estemos obligando a que coman más de lo que realmente necesita su cuerpo,. Estaremos alterando así sus mecanismos innatos de hambre-saciedad. De esta forma, cuando sea adulto le será más complicado reconocer cuando está satisfecho con la comida y además aumentan las probabilidades de que se convierta en un comedor emocional.
5. Aumenta el riesgo de comedor emocional.
Cuando obligamos a un niño/a a comer y le recompensamos o castigamos con un premio o castigo, respectivamente, estamos consiguiendo que se asocie a ciertos alimentos como la “solución” a sus emociones.
Así, cuando sea adulto, la respuesta siempre será muy similar, por ejemplo:
- Caso1.
- Situación: He conseguido terminar a tiempo la entrega del proyecto que tenía pendiente.
- Solución: Me merezco una napolitana de chocolate.
- Caso 2.
- Situación: Hoy ha sido un día malísimo, he discutido con mi pareja y con mi compañero de trabajo.
- Solución: Me merezco una napolitana de chocolate.
6. Mayor riesgo de desarrollar trastornos de la conducta alimentaria.
El problema de obligar a comer es que, si desde pequeñitos se insiste cada día en que coman un poquito más y dejen el plato vacío, estamos haciendo que el niño/a pierda la capacidad de detectar su señal de saciedad. Sin embargo, este no es el único inconveniente, sino que si a esto le sumamos que es un poquito más vulnerable y siente un gran sentimiento de culpabilidad posterior podemos desencadenar el desarrollo de un trastorno de la conducta alimentaria, fundamentalmente un trastorno por atracón.
7. Mayor riesgo de obesidad.
Si los alimentos se convierten en la solución fácil a ciertas emociones, puede llegar el momento en el que sea incapaz de controlar esta situación e incluso se convertirá en un refugio para calmar su estrés, enfado, aburrimiento…, cuyo fin será el desarrollo de obesidad.
Entonces, ¿cómo debemos actuar?
Las consecuencias de obligar a comer pueden reducirse o evitarse. Si queremos aumentar las posibilidades de que nuestros niños/as adquieran hábitos saludables para toda la vida es fundamental la exposición constante a alimentos saludables de forma repetida, con refuerzo positivo por parte de los padres, junto al ejemplo dado por el entorno familiar (hermanos, abuelos, primos…).
Es cierto que, aunque el entorno familiar es el principal influyente en las preferencias alimentarias durante la infancia, no somos los únicos. Hay que tener en cuenta los mensajes que los niños/as reciben diariamente a través de televisión, en el supermercado, en el colegio…, de productos de pésima calidad destinados a población infantil. Además, en la mayoría de las ocasiones, estos productos vienen presentados por sus personajes animados favoritos, que nos complican más la situación.
Pero recuerda, “los niños son como esponjas”, y mas aun en edades tempranas, ellos aprenden por imitación. Los adultos tenemos influencia directa sobre las preferencias alimentarias de nuestros niños/as, por eso tenemos que aprovechar la oportunidad.
Ve al supermercado con ellos y déjales elegir qué les gustaría probar, elabora alguna receta sencilla en la que ellos sean los protagonistas y sobre todo:
¡Permite que cada día te vean disfrutar comiendo sano!
Y recuerda que cada semana encontrarás en nuestro blog nuevas recetas saludables para toda la familia y también ideas de desayunos y meriendas saludables, cenas fáciles y rápidas, además de pautas para facilitarte el inculcar una alimentación saludable para niños y niñas. Somos nutricionistas especializadas en alimentación infantil, nos gusta trabajar aportando soluciones reales, fáciles y sobre todo, divertidas. Si necesitas una nutricionista infantil que te brinde ayuda especializada no dudes en escribirnos.

Autor: María Dolores Funes Caño, Dietista-Nutricionista (Nº Col: AND609)
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